Hace algún tiempo y con motivo del festival de magia Jajejijoju de Málaga, Adriano Díaz y un servidor tuvimos la ocasión de entrevistar a Pepe Viyuela. Aquí os dejo el post con la entrevista. Lástima que no pueda poner las fotos que hicimos durante la entrevista por que las perdimos al estropearse la tarjeta de memoria de la cámara. En fin, espero que descubráis mas cosas sobre esta sensacional persona.
Pepe Viyuela es mucho más que la cara siempre risueña que vemos en sus actuaciones, nos reserva muchos secretos más allá de sus fingidas torpezas y sus bromas ante la cámara. Polifacético actor, humorista y payaso, algunos quizás no logréis asociar su nombre, sin embargo todos hemos visto alguna vez, ya sea en televisión o en la gran pantalla, su gran sonrisa que sabe mostrar incluso en las situaciones más catastróficas. Con una larga carrera de apariciones en varios medios, iniciada en el ya mítico Un, dos, tres… en un combate campal contra una silla plegable, todavía sigue apareciendo en series actuales de bastante audiencia como Aída.
Tiene ya varias películas en su carrera y, dentro de nuestro star system español, siempre ha sido considerado como un secundario humorístico de lujo. No en vano, es protagonista de La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón, una producción que despertó un mucho interés nacional y con grandes expectativas (y capitales) de por medio. Pero no por esa clave de humor, presente en sus interpretaciones, hay que encasillar a Pepe Viyuela, puesto que su carrera como payaso es quizás, la más desconocida por el gran público. Y es en este primer acercamiento cuando uno se da cuenta de que su talento y profesionalidad no se utilizan solamente con fines comerciales, porque Pepe Viyuela, es una persona con fuertes convicciones sociales que no duda en proyectar hacia los demás y se pueden atisbar con su afiliación a Payasos sin Fronteras (ONG de la que fue presidente). Pepe Viyuela también ha publicado un libro en el 2003, llamado Bestiario del Circo y ha participado recientemente en el corto de Javier Fesser: La Cabina.
¿Cómo empezaste en esto del humor?
Empecé estudiando arte dramático y cuando salí de la escuela, me ocurrió lo que le pasa a todo el mundo al terminar los estudios, traté de buscar trabajo. Estaba la cosa muy complicada y en cine no había forma de meter la cabeza, entonces había que hacer algo que te permitiera ser independiente, que no estuvieras esperando que te llamaran, entonces empecé a pensar en el humor y en trabajar solo. Encontré la vía más adecuada para mí, empecé trabajando sin palabras, más adelante la expresión verbal se ha ido incorporando con el paso del tiempo, pero comencé sin palabras y con objetos. Poco a poco, con la experiencia, fui aprendiendo y ahora se ha convertido en lo que más me gusta hacer.
Tienes cuatro facetas diferenciadas, actor de TV, de cine, de teatro y humorista, ¿cuál de ellas prefieres? ¿Por qué?
Si me dieran a elegir mis cuatro facetas elegiría la del payaso, el humor es lo que más me satisface y me llena, en lo que más libre me siento. Me lo paso muy bien moviéndome, y no solamente yo, el ser humano y todos los animales necesitan el movimiento como algo positivo, y lo que ello provoca, energía, algo de lo cual sacas muchas ideas. Ahora tengo poco tiempo para hacer ejercicio físico, correr, jugar, solo por el placer de moverme.
El factor libertad que me da mi carrera de payaso no me lo da la televisión, que es un medio más amplio y que hay muchas manos entrando ahí. Haciendo el trabajo de payaso me siento dueño de todo, en las otras profesiones no lo soy tanto, pero tengo mi parcela y la encajo lo mejor posible. Siendo payaso yo lo escribo, yo lo interpreto, no necesito nada más, soy más libre.
Has trabajado con prestigiosos directores como Medem o Fesser, ¿con cuál de todos tus compañeros de rodaje o directores has entablado mejor relación?
La primera persona que me viene a la cabeza es Fesser. Con Javier he tenido una buena relación a parte de la profesional, que sin ser ni muy intensa, ni muy larga, me interesa mucho. Es una persona con la que comparto inquietudes, ideología, la forma de entender el trabajo y le tengo un cariño muy grande. Desde luego, es el director con el cual mejor relación tengo después de la película, no es que con los otros sea mala, pero la de Javier se ha proyectado un poco más.
¿Tienes alguna manera especial de idear tus chistes? ¿Cómo se te ocurren las ideas?
Yo nunca empiezo escribiendo, empiezo moviéndome. Hay una línea maestra en el trabajo que hago y es la de dejarme sorprender por lo que pasa, que es algo que he aprendido de los niños, para ellos, todo es nuevo. Podrían estar horas jugando con unas piedrecillas, con la arena o con el teclado de un teléfono móvil, porque todo es nuevo, todo es una experiencia, incluso tirando algo al suelo y volviéndolo a recoger, volviéndolo a tirar, viendo como rebota… Es una fuente inagotable de inspiración y recursos, porque cuando te olvidas de la utilidad de las cosas, todo empieza a servir para lo que quieras, con lo cual, tú mismo comienzas a divertirte. ¡Pero bueno!, de repente, éste trozo de papel se convierte en un pájaro o se convierte en una alfombra mágica en la cual me puedo montar o es mi enemigo que se quiere escapar… El objeto más cotidiano y más simple se transforma en una fuente inagotable, eso estimula la capacidad de sorprendernos. Es dónde yo creo que tengo el motor para idear, pero no me pongo a escribir, me pongo a jugar con el objeto, o a manipularlo, a darle vueltas… Me dejo sugerir por él, que me hable y me diga: «pues mira, si me has dado la vuelta, puedo ser una u otra cosa». Por ejemplo, una fregona puede ser una espada y, si metes el pié en el cubo, te das cuenta de que estás cojo y eres un pirata, la fregona pasa a ser una flauta, el cubo un sombrero, entonces te fijas en el escurridor… Los objetos te están hablando, solamente tienes que escucharles y dejarte llevar, como hacen los niños cuando juegan. Esto, para los niños (y Pepe agarra un inocente cenicero que hay en la mesa), es un coche, un platillo volante, (y entonces agarra un posavasos) se convierte en dos, ya son unas raquetas. Ellos son capaces de imaginar y el objeto más ambiguo es el que más les gusta, les regalas el juguete más maravilloso y se quedan con la caja, el envoltorio y la bolsa, que ha sido lo que más les ha gustado. De ahí, si lo niños pueden hacer eso, yo también debería poder volver a ser niño y recuperar la capacidad de jugar. Con el paso de los años es una capacidad que perdemos, premeditamos mejor, vemos solo una utilidad a un objeto, cuando puede servir para mil cosas más.
Actualmente los videojuegos te lo dan todo hecho, únicamente manipulas los botones, toda la ilusión te la están robando a través de la pantalla, te están rellenando la mente con unas imágenes que han creado ya, con una historia que ya han escrito, ellos no te dejan a ti ser el creador de esa historia, tú antes jugabas con algo y creabas tu propia fantasía. En el videojuego eres tú, dentro de la historia de otros, que la han escrito para todos igual, vives la misma historia que viven tus compañeros. Hay que pasar una pantalla de una determinada manera y, si no es así, no te la pasas, con lo cual ya te están escribiendo el guión, no creo que sea nada creativo. Es algo que acaba con la imaginación y, por mucha defensa que se haga de ello, yo no me canso de decirlo. Tengo un hijo de dieciséis años y veo que su capacidad creativa se anula absolutamente con ese aparato monstruoso. Creo que es una forma de arrasar la imaginación, aunque cada vez sean gráficos más maravillosos y te digan «¡es que parece imagen real!». ¿Y qué gracia tiene que sea imagen real? Para mí, puede ser más estimulante una imagen abstracta, una imagen dónde yo pueda decir lo que veo. Técnicamente, los videojuegos, son muy perfectos pero, desde el punto de vista creativo, a mí no me aporta nada. Nunca hay que perder la capacidad de jugar como los niños.
Cuando sales al escenario hoy día, ¿temes todavía si harás reír a la audiencia, o ya se te han pasado esos miedos?
Sí, siempre temo no conectar con la gente que me esté viendo, que no funcione lo que estás haciendo, tanto como si es nuevo como si es viejo, ya que por mucho que hayas probado un sketch, un gag, un juego, siempre es diferente. El público es distinto, el día es diferente, la situación, el aire que respiras, todo es nuevo, entonces, el nerviosismo se convierte en un aliciente, es un estímulo. El sentirte estresado, de alguna manera, tiene un punto positivo, lo malo es abusar de él. Si sales al escenario sin ganas, creo que no merece la pena dedicarse a eso, todo hay que hacerlo con entusiasmo, con pasión, y más este tipo de trabajo. Yo me lo intento tomar como algo que me enriquezca y me siento muy afortunado, pero al mismo tiempo, siempre tienes miedo de que no funcione, de que ese día no estés a la altura de hablar con el público, que es, a fin de cuentas, de lo que se trata, dialogar.
La rutina no existe, actúas un día en medio de la calle, otro día en un escenario de un bar, otro día en un teatro con un acto de tipo muy serio o en un patio de un colegio delante de niños que están despendolaos… Cada día hay una química diferente: la hora, la luz que haya, cómo te has levantado… Es todo muy mágico, yo creo que todo eso se transmite, puede que la gente no sepa exactamente definir qué es lo que está notando, pero sabe decir si estás incómodo, es algo que está vivo. En el toreo se dice mucho: ¡qué buena faena has hecho hoy!, o ¡qué mal has estado esta tarde!
¿Te trata bien tu público o te agobia demasiado la fama? ¿Qué es lo que te ha llamado más la atención de esta vida en los medios?
La popularidad por la popularidad no tiene ningún valor, que la gente te reconozca por la calle no tiene ningún valor, vale más que te conozcan por algo que esté bien, un trabajo bien hecho, mi trabajo de payaso. En televisión considero que lo que estoy haciendo está bien, me gusta mucho el papel, me gusta mucho la serie, pero evidentemente no es algo mío, es algo en lo que yo participo y no soy dueño absoluto, al contrario de cuando hago mis sketchs. Yo juego, hago, deshago, monto, desmonto… En lo otro soy un participante más.
Cuanto más sales en televisión, más te reconocen. No me gusta, es incómodo, la gente puede ser muy simpática, pero yo creo que es mejor pasar desapercibido. Hace tiempo leía una entrevista que le hacían a Amenábar y decía que antes podía mirar sin ser visto, y ahora, con tanta popularidad y fama como tiene, le iba a resultar más difícil pasar desapercibido y poder mirar. Uno cuando se siente observado no se siente igual.
En tu casa, con tus amigos, en un plano más personal, ¿te gusta andar también de broma, o es una actitud meramente profesional?
No pretendo ir de ninguna manera, ni de serio, ni de gracioso, simplemente me gusta estar cómodo. Con los amigos hay que estar así, a esa comodidad se llega charlando temas más personales, más íntimos, tantos de ellos como míos, y otras veces con la frivolidad más tonta, con las bromas. Creo que lo importante de los amigos es sentirse cómodo y cuando tienes que ponerte a llorar porque tienes un problema, o tienes que escucharle a él los problemas que tiene, eso es lo que te hace sentirte cómodo, lo que te hace sentirte amigo, cercano. Cuando lo que prima es estar distendido, eso es lo que toca. Lo bueno no es premeditar, sino estar, estar cómodo. Tomándonos una cerveza o cuando pasa mucho tiempo sin vernos y nos encontramos de casualidad en la calle. La comodidad es lo primordial, no estar siempre riendo o dando la paliza con tus problemas.
¿Qué te llevó a Payasos sin Fronteras? ¿Te gusta implicarte en actividades sociales?
Lo de Payasos sin Fronteras, me enteré que existía por medio de un folleto y me interesó precisamente porque era una idea muy loca, a primera vista imposible, es decir, irse a un lugar en conflicto a hacer reír. Por eso me interesó y me acerqué.
Una vez que empecé a tomar contacto, me fui implicando cada vez más, como proyecto loco. La primera vez fui a Kosovo y quería ver, no podía creerme que aquello pudiera tener sentido, y cuando estuve allí, me di cuenta del valor que tenía, precisamente porque funcionaba, con pruebas absolutamente intangibles, no te puedes traer el resultado de cuando un proyecto de Payasos sin Fronteras funciona, hay otras ONG’s que tienen estadísticas, cuántas vacunas han puesto, a cuántos niños han dado de comer, cuántos pozos han saneado… Pero nosotros, cuando volvemos de un proyecto, no podemos contar más que las imágenes que nos han quedado en la retina y cómo mucho de lo que hayamos podido grabar con una cámara y lo que puedes ver de la gente al reír. Es algo intangible que, por otra parte no sabes el valor que tiene. ¿Cuánto vale la risa de un niño que hace tiempo que no reía?,¿cuánto vale la huella positiva que queda en la mente de esas personas al comprobar que el ser humano es capaz de matar, pero también de hacer reír? El ser humano ya sabéis que es capaz de lo mejor y de lo peor. A través de Payasos sin Fronteras lo que se intenta es, no hacer olvidar el horror que se ha estado viviendo sino, mostrar que, a pesar de ese horror, se puede seguir viviendo con eso, pero también porque somos capaces de crear un mundo muchísimo más humano, más positivo y que alumbra la esperanza.
Lo hago por convicción yo creo que cuando vives en un mundo no puedes estar fuera de él, por mucho que mires a otro lado, los problemas van a seguir existiendo, así que, yo vivo en este mundo y quiero entender además que los problemas que se viven en Palestina, en Irak, o el hambre de Argel, son mis problemas también. El hecho de que haya un mar de por medio o unos determinados kilómetros no significa que ese problema deje de se nuestro. Como ciudadano tengo asumir mi parte de responsabilidad de que la cosa sea así, aunque evidentemente no tengo tanta como puedan tener los que ostentan el poder, pero tengo mi parcela de responsabilidad y no puedo dejar que lo solucionen los políticos, yo me siento implicado y ¿qué se hacer?, ¿hacer reír?, pues lo pongo al servicio de esto y, sin ningún ánimo mesiánico ni salvador de nada, pienso que cada uno, desde su sitio, puede hacer muchas cosas, muchas más de lo que cree. Deberíamos todos colaborar.
He visitado muchos sitios, Kosovo, Palestina, Bagdad… En el 2003 estuve en Bagdad, justamente cuando se dio por terminado el conflicto, que no ha terminado realmente, pero cuando terminó la invasión estadounidense. Y me he dado cuenta que la gente está acostumbrada a mirar a otro lado, es lo más fácil, hemos aprendido a desvincularnos. La educación no nos ha llevado a sentirnos miembros de una sociedad. Vivimos la realidad a través de las imágenes de la televisión, vivimos con las imágenes del hambre, de los bombardeos, de las guerras que se retransmiten por televisión, y esa aparente cercanía yo creo que no es real. Estamos viendo que está muy lejos y te hace sentir que no va contigo, pero cuando ocurre algo como el once de Marzo en Madrid, de pronto dices «este problema es mío», pero antes deberíamos habernos dado cuenta, no simplemente porque pueda llegar a desencadenarse un conflicto internacional, que también puede ocurrir, sino por que esa gente que está al otro lado del Mediterráneo, ya sea en Palestina o en Irak, en cualquier parte de África, va en el mismo barco que nosotros. Cuando viajas a esos sitios y los conoces, te das cuenta de que hay mucho más que te ata a ellos de lo que pueda parecer que te separa. Estos viajes, la gran lección que me han aportado es precisamente, la de decirme a mí mismo que tengo los mismos problemas que ellos tienen, el problema que vive Palestina es el mío, el problema de los territorios del Sahara es mío, el problema con las grandes empresas y el efecto invernadero también es mi problema. Son problemas de todos y no es correcto pensar que mi único problema es conseguir un buen trabajo, llegar a fin de mes, tener un buen coche, un buen móvil y pagar una hipoteca. Terminas por meterte en esa dinámica de concentrarte en tus problemas y llegar a tu casa, olvidarte de todo y ver una comedia, para olvidar lo mal que lo he pasado durante el día o lo poco que gano. Cuando consiguen aislarnos y dejamos de ser ciudadanos para convertirnos en meros consumidores de todas esas cosas que de verdad no necesitamos, han ganado la partida. Ya no nos implicamos política ni socialmente con nada, sino que creemos que tenemos suficientes problemas como para preocuparnos de si un ejército va a atacar un país o si hay gente que está pasando hambre. Todo está relacionado y entender que esto no es una isla y que hay que solucionar los problemas, a mí me parece que es la gran baza que tiene que ganar este mundo capitalista.
Género favorito de cine ¿Qué película es tu favorita?
Tampoco soy un cinéfilo absoluto. Actualmente me gusta mucho ver documentales. Quizás por ser un género escaso de medios y que tiene que esforzarse mucho en el contenido, ha acabado interesándome mucho. Probablemente es lo que más me gusta ver en este momento.
Invierno en Bagdad ha sido el último documental que he visto, me ha llamado la atención el tratamiento del tema, no es un cine puramente informativo, sino que hay dentro un alto grado de poesía en lo que está contando. La forma de tratar los testimonios y la realidad, de qué forma lo cuenta, no es meramente un panfleto, no lo considero un panfleto. Aquí se muestra la información de un modo creativo, al mismo tiempo estás observando a través de los ojos del director una realidad cercana, aunque obviamente también manipulada, porque en el arte también hay manipulación, pero es una manipulación que yo comparto más.
Otra película que me ha llamado la atención, es un conjunto de cinco documentales (Binta y la Gran Idea), en los cuales participa Javier Fesser. Lo que ocurre es que Fesser ha hecho un corto que no es exactamente un documental, pero que tiene una forma de utilizar el cine para contar historias con una carga social fuerte, pero con más humor y espontaneidad.
Hay películas de ficción que están llenas de otras cosas, como el cine de Tati (Jacques Tatischeff), Mi tío, Las vacaciones de Monsieur Hulot o Un día de fiesta, son películas que tienen poesía, tienen humor, hechas con mucha inteligencia, mucha calma, con una forma de entender el cine no puramente comercial y ese es el tipo de cine que a mi me atrae, un cine de autor donde él dirige, escribe e interpreta, además magníficamente bien, se nota que no está preso del mercado, es un cine libre, todo lo que tenga que ver con ese tipo de cine me gusta.
Un país.
Me atraen mucho los países árabes. Creo que más que por lo que pueda encontrar en cuanto a paisajes, por el conocimiento que me puede aportar experimentar otra forma de vida. Tengo una fijación especial por Palestina, creo que, a parte de la situación política que ha sufrido, también por lo que supone en el contexto histórico. Ha sido cruce de religiones y de culturas, una tierra de encuentro, confluencia y desencuentro.
Comida favorita.
(Risas) De todo, si pudiera escoger me quedaría con las legumbres y la fabada.
FIN.
La entrevista fue realizada en el hotel Málaga Palacio, donde se hospedaba, a finales del año 2005. A dia de hoy cabe destacar en la vida de Pepe que acaba de ganar el Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro, convocado por el Centro de Poesía José Hierro y el Ayuntamiento de Getafe. Y también el próximo estreno de la segunda parte de Mortadelo y Filemón.
2 comentarios:
Graciass por la excelente entrevista que le has realizado a Pepe!! Ojalá algún día pueda conocerlo personalmente , creo que hablaríamos largo y tendido!!
Graciass por la excelente entrevista realizada a Pepe Viyuela!! Me lo imaginaba del mes de junio y con sus ideas de cambiar las realidades mundiales , es una excelente persona y uno de nuestros mejores actores. Ojala´algún día pueda conocerlo personalmente , sería uno de los días más felices de mi vida!! El mejor payaso, sin duda!!
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